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Conocer refugios, asociaciones y particulares que defienden como nosotros la necesidad de proteger esta especie que ha hecho tanto por nosotros. Este es el objetivo con el que se inicia este viaje.

El primer destino, Cobrana. Allí vive Natacha, una francesa asentada en una aldea perteneciente a Congosto (Ponferrada). Ella es la dueña de un simpático burro llamado Basilio, que cuenta ya con innumerables seguidores en Facebook. Basilio se une a nuestra campaña porque también quiere demostrar que «los burros tienen una fama totalmente injusta de poco listos, testarudos, brutos y de insignificante presencia en nuestra geografía».

Continuamos el viaje hacia Málaga, concretamente a Fuente de Piedra, para visitar y conocer la importante labor que realizan desde El Refugio del Burrito, la primera subsidiaria europea de The Donkey Sanctuary, una organización británica sin ánimo de lucro que trabaja desde hace 45 años por la protección del burro en el mundo.

Con pena por irnos teníamos que seguir el camino. De vuelta a casa paramos en Tres Cantos (Madrid). Allí está Burrolandia, una protectora animal sin ánimo de lucro fundada en 1996 bajo el nombre Asociación Amigos del Burro. Su principal objetivo: evitar la extinción del burro.

Por todos los rincones, quien más y quien menos siente ahora, que «hay que devolverles con un trato especial y generoso la gran deuda que tenemos con este tan servicial animal».